Los niños y las niñas sienten mucho, todo el tiempo. 

Pero no siempre pueden expresar lo que les pasa con palabras. En esos momentos, un objeto que reconozcan como "suyo" puede convertirse en un refugio emocional.

Hoy quiero contarte cómo un muñe tejido, lejos de ser solo un juguete, puede acompañar momentos difíciles, transiciones importantes y emociones intensas desde la infancia.

1. Un objeto que le dá seguridad

En los primeros años, el mundo es inmenso, nuevo y a veces un poco abrumador.

Un muñeco que huele a casa, que siempre está cerca, que no cambia... puede convertirse en una especie de ancla emocional. 

Un compañero que abraza cuando mamá no está cerca. Un puente hacia la calma.

2. Acompañan transiciones: Jardín, mudanzas, nacimientos

Los cambios son inevitables, pero también son desafiantes. Ir al jardín por primera vez, tener un hermanito, cambiarse de casa... en todos esos momentos, muchos chicos se aferran más que nunca a su muñe.

Porque el muñeco tejido no cambia. El muñe está.

3. Un refugio emocional en momentos difíciles

Muchos niños y niñas atraviesan duelos, pérdidas, separaciones, o situaciones estresantes. Y en esos casos, un muñe también puede acompañar.

No resuelve, no reemplaza. Pero sostiene.

 

Un muñe tejido no es solo un juguete lindo. Es un abrazo que está cuando más lo necesita.

Es una forma de sostén. Es símbolo de algo estable, tierno, propio.

En la oveja Iri, cada muñeco está pensado para eso: para que abrace, acompañe,escuche en silencio y esté ahí cuando haga falta.🧸